viernes, 10 de octubre de 2008

LA CRISIS, LA CODICIA, LA DESCONFIANZA, LA INCERTIDUMBRE


La actual crisis financiera es mayor que la Gran Depresión de 1929. Ambas tienen algunos rasgos comunes: se inician en EE.UU, el hundimiento de las bolsas mundiales, el efecto dominó, el pánico. Pero a diferencia de aquella, que se centró en EE.UU., Europa y Japón, ésta es una crisis a escala mundial provocada por la codicia exacerbada y agravada por la enorme desconfianza que existe entre las distintas entidades financieras. Entidades que han basado siempre su negocio en el sistema fiduciario. La banca siempre se ha basado en la confianza que el resto de ciudadanos ha depositado en esa institución. En la confianza de que el dinero representaba lo que dice representar. Hoy ni siquiera los bancos se fian de los demás bancos. Ni los bancos se fían de los clientes. Ni los impositores se fían de los bancos. Ni nadie está seguro de que el dinero, los billetes valgan lo que sus números expresan. Por eso han tenido que salir los Estados a garantizar el sistema, a inyectar liquidez al sistema, a nacionalizar la banca.

El sistema comunista cayó con el muro de Berlín y el rasgo fundamental de la caída fue que se privatizó todo lo que hasta ese momento estaba socializado. El sistema capitalista se tambalea con esta crisis y la reacción general es socializar el capital. Nacionalizar los bancos. Inyectar millones de liquidez en la economía.

La crisis de 1929 quizá fue la primera y desde entonces ha habido varias, la del petróleo en el 77, la asiática del 97 y ahora ésta que se hizo patente en el 2007. Afortunadamente hoy contamos con la experiencia de las crisis anteriores y conocemos los errores que se cometieron, por lo que es posible que hoy se puedan evitar.

Ni esta crisis es igual a la de 1929 ni es igual el mundo actual al de hace un siglo: hoy vivimos en un mundo mucho más rico donde los Estados y las instituciones tienen muchos mas recursos para intervenir. Tampoco existen los rencores sociales que había entonces. Hoy, con la excepción de Rusia, los países importantes se comportan con mucha más prudencia.

La crisis de 1929 concluyó en 1945 con la emergencia de los EE.UU. como gran potencia mundial. Hoy vivimos una crisis inversa, una crisis que anuncia el fin de la preeminencia de los EE.UU. El fin de un imperio que agoniza por las mismas causas que lo han hecho los imperios precedentes: el consumo desmesurado, el endeudamiento excesivo, el gasto corriente, el gasto bélico, el derroche, la avaricia y la codicia. Hoy EE.UU. es como un gigante que se tambalea, y caerá estrepitosamente si no encuentra la forma de administrar la decadencia. Si no pone orden en las finanzas nacionales, si no corrige el fabuloso endeudamiento norteamericano, si no renegocia la gigantesca deuda con sus acreedores. También deberá replantear su política en Europa y Oriente Medio, dónde es necesario establecer un sistema de seguridad desde Siria a Pakistán. Un sistema que EE.UU. ya no puede sostener por si sólo.

Rusia, la que fuera durante medio siglo la segunda potencia mundial, puede considerarse hoy como un país emergente con un comportamiento colonial similar al de los grandes imperios del siglo XIX. Sin embargo Rusia es una falsa gran potencia. Su ejército, su industria, su economía, su demografía, su sanidad, su incapacidad para comprender la realidad actual, son factores que le impiden ir mucho más allá en su comportamiento de imperio colonial. Y esta actitud que genera guerras locales y movimientos terroristas, le acabará costando caro a Moscú.

Habrá que esperar a ver que hacen países como China e India. China hoy es la segunda potencia económica mundial y terminará actuando e interviniendo en esta crisis y en su resultado. Pero por ahora ni China ni India pueden aspirar a sustituir a los EE.UU., mas bien parece que estamos entrando en una larga fase de transición geopolítica mundial. Los EE.UU. son un imperio en decadencia, un coloso a punto de caer por los suelos, pero no tienen un sucesor de su estatura en la escena internacional. Quizá en el futuro se organice un concierto mundial de grandes países, pero lo difícil es que esos grandes países lleguen a entenderse.

En cuanto a Europa, por primera vez en la historia, ya no controla ni puede asegurar ella sola su propia seguridad, es más, su prosperidad está amenazada por su incapacidad de controlar los abastecimientos energéticos. Este es uno de los puntos más vulnerables de la UE: depende energéticamente de Rusia, de Oriente Medio, del Magreb. Por otro lado, en el aspecto económico y comercial, el desafío actual no sólo de la UE sino de todo Occidente es la competencia económica mundial.

A nivel político el mas grave problema de Europa son los nacionalismos que pueden precipitar nuevas crisis e incluso pueden llegar a destruir la propia UE. El antiguo concepto del derecho de todos los pueblos a la libre determinación crea un gigantesco follón en la escena internacional. Ya que es una fuente de fragmentación permanente y sin límites. El problema de los nacionalismos puede ser un factor de destrucción de la Unión Europea, ya que acelera los enfrentamientos entre tres tipos de legitimidades. La legitimidad tradicional de los Estados, la legitimidad de las instituciones y la legitimidad de las nacionalidades. El choque entre estos tres tipos de legitimidades puede provocar la destrucción de la UE, tal como la conocemos ahora.

La actual crisis financiera mundial es la consecuencia última de los errores e irresponsabilidad de los Estados, los gobernantes y los bancos centrales, todos ellos imbuidos de una “filantropía” y una “generosidad” irresponsable, máxime cuando todos ellos manejan dinero público o dinero ajeno.

La crisis actual no es consecuencia directa de los fallos del mercado, sino que nos encontramos ante problemas provocados por el propio Estado. En EE.UU tanto el gobierno Clinton como luego el de Bush han desarrollado una política encaminada a promover la construcción de viviendas para personas con salarios bajos. Como estas personas no tienen la capacidad para comprar una vivienda se inventó un mecanismo para que esta gente con bajo poder adquisitivo pudiera soportar la carga de las hipotecas, así es como nacieron Freddie Mac y Fannie Mae. Se trataba de dar hipotecas a tipos de interés bajos y al mismo tiempo asegurar estos créditos a los bancos. Por otro lado la Reserva Federal (bajo la presidencia de Greenspan) ha llevado una política monetaria excesivamente expansiva, con una bajada brutal de los tipos de interés de referencia, lo que ha provocado dos cosas: por un lado se ha inyectado el mercado con más liquidez de la que se necesita para financiar una producción normal y por otro lado al ser los tipos de interés tan bajos el comprador de una vivienda pensaba que esto no le iba a costar mucho, y como además había inflación, el interés real podía llegar a ser nulo o negativo.

Lo mismo ha sucedido en España con la especulación que se ha desarrollado en la construcción y la vivienda. El error fue dar incentivos equivocados tanto a los que dan créditos (los bancos), como a los que lo toman, (los compradores de vivienda). Al subir los tipos de interés se encarecieron las deudas de millones de personas.

La actual crisis es más parecida a la crisis asiática de 1997 que a la Gran Depresión de 1929. La crisis asiática de 1997 también empezó en el sector de la construcción, también se dieron incentivos perversos a los compradores de viviendas y a los bancos en el momento de dar créditos. Igual que ahora había demasiadas garantías por parte del Estado a los bancos para cubrir riesgos. Lo que ocurrió en la gran depresión no está ocurriendo ahora, por ejemplo, un desplome total de todos los precios, un aumento en millones de desempleados, un retroceso en términos absolutos de la producción, todo eso no lo estamos viendo. Salvo en España, donde el crecimiento se había basado casi exclusivamente en la construcción y ahora el paro está creciendo de forma desorbitada.

En el resto de países occidentales las economías están resistiendo mejor a las turbulencias financieras. Sigue habiendo producción y crecimiento, no tan de prisa como antes pero se sigue creciendo. Hay comercio internacional en bienes y servicios sin apenes retrocesos. Y aunque sube un poco el paro por razones cíclicas, se mantiene el empleo.

Nadie sabe cual será la magnitud de la crisis ni cuanto tiempo va a durar. Lo que si parece claro es que el futuro tras la crisis puede que ya no sea igual. Vivimos una época de incertidumbre, pero la incertidumbre siempre es fecunda, lo estéril son los dogmas.

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