En oquedades de madres
cimiento mi palabra. Siento la sed
de serme y estremezco
la parsimonia mustia con que bañan
los días las sensaciones
nómadas en la boca que pronuncia
su desdentada suerte:
mi tibia lengua horada
y lame la epidermis de los nombres
mudos en la apariencia de las cosas.
Alfonso Carreño.
Miro desde mis ojos
Miro desde mis ojos
mortales la mañana.
Las luces invisibles atenazan
mi testimonio pasajero y vivo.
Escancio las montañas en el cuenco
de mi conciencia inválida. Decoro
con la orilla del mar estas pasiones
eventuales en sus olas, mezco
mi pensamiento en sus espumas, yazgo
tendido bajo la perpetua andanza
fundamental del sol.
Nota uno la sal en la saliva
y se encaraman las afirmaciones
de los sentidos al placer de un sorbo.
El mimbre de las horas guarda un hueco
atravesado por el aire.
Alfonso Carreño.
Sequía en el Mingrano
Huellas de sol acucian
tormos hirviendo tedio vulnerado
sobre boqueras óseas en calizas
pirámides de cieno.
Moja el azul su inválida luz de agua
y un páramo salando nieve enferma
se desampara en magros torbellinos
de tápena, de esparto y de tracoma.
Alfonso Carreño.
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